El valle de Castanesa es un hermoso lugar esondido en el pirineo oscense, un paisaje natural virgen que, por muchos motivos (singularidad, rareza o belleza paisajística -cada vez menos habitual en la península-, valor estético, cultural...) debería de ser objeto de una especial protección por parte de nuestras instituciones públicas.
Sin embargo ARAMÓN piensa invertir allí más de 550 millones de euros en en la construcción de una nueva estación de esquí, un teleférico, tres campos de golf, varios embalses de irrigación y canalizaciones de cauces, miles de nuevas plazas hoteleras, la construcción de varios miles de apartamentos y otras segundas residencias hasta multiplicar por cien las viviendas existentes en el valle. Todo ello acompañado de costosas inversiones en nuevas carreteras y otras infraestructuras.
Un proyecto gigantesco para cubrir una necesidad que no es tal. Si este último año, las estaciones de esquí del pirineo se quejaban por el balance de la temporada 2006-2007, período durante el que perdieron nada menos que entre el 15% y el 45% de sus esquiadores, yo me pregunto ¿no es un poco arriesgado -por no decir tirar el dinero- crear una nueva estación en el Pirineo? Y eso por no hablar del llamado "cambio climático" y sus repercusiones en el turismo pirenaico. Pero aun así, aunque las estaciones aragonesas estuvieran colapsadas... ¿es la práctica de un deporte como el esquí una necesidad que justifique la destrucción de nuestro patrimonio natural?
¿Es coherente que el mismo gobierno aragonés que se opone con firmeza y buen criterio (mostrando argumentos ecologistas, de sostenibilidad y de no endeudamiento de las economías públicas y privadas para afrontar obras de dudosa rentabilidad y amortización como lo eran las obras del trasvase), es coherente que ahora sean coautores de este brutal terrorismo urbanístico en un paisaje tanto o más hermoso como lo fue en algún tiempo la costa levantina cuyo desarrollo urbanístico tanto se ha criticado? El daño que se propone causar ARAMÓN a nuestro paisaje es irreparable, no lo olviden.
Además, a ello hemos de añadir el drama humano que supone echar a los vecinos de la zona, pagándoles una cantidad irrisoria por unos terrenos que se van a recalificar, con la consiguiente especulación que ello implica (lo cual, dicho sea de paso, se asemeja muy mucho a una estafa a gran escala).
Marcelino, hay que ejercer el cargo con responsabilidad y hasta sus últimas consecuencias.
