viernes, febrero 29, 2008

«Juego de Tronos», de George R. R. Martin

Canción de Hielo y Fuego I

No cabe duda que George R. R. Martin es un escritor inteligente, no sé si mucho o sólo bastante; lo único que sé es que ha sido lo suficientemente listo como para explotar su potencial imaginativo y crear una de las sagas más laureadas de la literatura fantástica de los últimos tiempos. Siete libros componen la «Canción de Hielo y Fuego», de los cuales sólo cuatro han sido publicados a fecha de hoy, y únicamente el primero se ha leído un servidor.

Basta con leer las 50 primeras páginas para darse cuenta de que este señor sabe perfectamente lo que se hace, camina con paso firme y seguro en este terreno tan quebradizo que no permite el menor titubeo (por cierto, es recomendable coger con garbo esas 50 ó 60 primeras páginas para sumergirse rápidamente en el contexto, en la fantasía y en el sinfín de personajes que protagonizan esta saga). A partir de ahí, Martin demuestra que es un verdadero maestro a la hora de urdir tramas, subtramas, traiciones que conducen a nuevas tramas, hechos que traen consecuencias inesperadas pero al mismo tiempo inevitables, giros y sorpresas marcadas por el rumbo del honor y el destino…

Precisamente en este aspecto (en el modo de configurar las tramas y desarrollar el argumento) recuerda mucho a Bernard Cornwell y sus «Crónicas del Señor de la Guerra» (digo que recuerda porque la primera novela de la saga Cornwell fue publicada unos meses antes que este «Juego de Tronos») y, en su web, George R. R. Martin no duda a la hora de recomendar a sus lectores la obra de Cornwell para “amenizar” la larga espera de sus siguientes publicaciones.

Pero a diferencia de las «Crónicas…», el mundo de la «Canción de Hielo y Fuego» no se sitúa en ningún contexto histórico identificable. Cierto es que la isla de Poniente es un reflejo de lo que podría ser una Gran Bretaña de mitología y gestas épicas; que los enfrentamientos entre reyes y grandes señores recuerda a la Guerra de las Rosas entre los York y los Lancaster (siglo XV); incluso también es verdad que uno puede llegar a intuir la influencia de Roma o las incursiones de vikingos y mongoles; la mezcla con celtas, normandos y sajones… Pero al mismo tiempo se nos habla de creencias y cultos remotos, de animales prehistóricos y criaturas mitológicas, y de costumbres ancestrales que nos remontan eones y eones atrás, mucho más allá de la Edad Media y la Guerra de las Rosas, hacia lugares y tiempos casi tan recónditos y fantásticos como los de la mitología Tolkiana. Pero es que no se trata, creo yo, de buscar un contexto histórico. Estamos ante una novela de fantasía épica pura y dura, y eso lo dice todo. Inspirada en diferentes momentos de la historia de la humanidad, sí; pero no hay que buscarle tres pies al gato.


Una vez sentadas las reglas del juego, ahora debería hablar un poco del estilo, los personajes, el argumento… Pues a ver, el estilo es correcto, muy correcto y también elegante. Los personajes son francamente carismáticos, todos ellos: los buenos y los malos, los protagonistas y los secundarios; y eso tiene verdadero mérito en una novela en la que vemos pasar medio centenar de personajes perfectamente identificables y memorables.

Y, enlazando con esto, también debo hablarles de la distribución de los capítulos que, sin ser novedosa –Martin no inventa nada que no hayamos visto ya antes- sí que está llevada con grandísimo acierto. Tenemos un narrador en tercera persona que en cada capítulo se pone junto a uno de los personajes protagonistas y nos narra lo que sucede, pero siempre desde la perspectiva del personaje en cuestión. Debo reconocer que al principio no tenía mucha fe en esta forma narrativa, pero lo cierto es que Martin lo hace de tal manera que consigue que los acontecimientos transcurran de modo fluido, sin reiteraciones innecesarias y, para colmo, cada trama te atrapa tanto o más que la anterior.

El argumento. Ya sabéis que para no hacer spoilers prefiero no hablar mucho de ello. Sólo puedo decir que «Juego de Tronos» atrapa como pocos lo hacen. Podéis leer la reseña de la editorial, pero tampoco dice gran cosa, sólo te lleva a pensar que es “más de lo mismo”. Y sí, es más de lo mismo, pero mejor.

Un consejo: no vean la portada de «Choque de Reyes» si aún no han acabado de leer «Juego de Tronos», ya que una simple ilustración es capaz de destriparte el final del primer libro.


Se Acerca el Invierno

Siguiendo con las similitudes entre la saga artúrica de Bernard Cornwell y la que ahora nos ocupa, me puedo imaginar los quebraderos de cabeza que pudo suponerle a Martin ver en la estantería de su librería favorita una novela titulada «El Rey del Invierno». Me imagino también que, por esas fechas (1995), Martin tendría ya muy avanzado su «Juego de Tronos» (seguro que el borrador ya estaba en manos de algún editor). En «Juego de Tronos» juega un papel muy importante la Casa de los Stak, también llamados “los Reyes del Invierno”. E, independientemente de las posiciones geográficas de unas casas y otras, del norte y el sur, etc. el tema del invierno y el lema de “Se Acerca el Invierno” es crucial para el peso del argumento. Por eso, especulo que a última hora, Martin tendría que cambiar el título honorífico de uno de sus personajes de “Rey del Invierno” por “Rey del Norte” (bastante menos coherente con el resto del libro), para no hacerlo coincidir con el título honorífico de Arturo (¿o era de Mordred?) en las «Crónicas…» Repito, es sólo una suposición mía, pero no me parece nada descabellada.

1 comentario:

Charles X dijo...

Espero que no te importe, pero use tu reseña en el forito de la page de un colega, a ver si se animan a leer el libraco, ok?
Pues nada, que gracias por adelantado y que vaya bene.