El canon digital

Leyendo los periódicos de ayer, he comprobado que el tema del canon digital sigue dando mucho mal. Con dicho canon se trata de compensar las pérdidas que se producen a causa de las copias privadas. La copia privada no es ilegal. Luego, se está castigando a alguien por algo que es perfectamente legal. Esto parece un silogismo lógico-deductivo muy sencillo. ¿Por qué digo que se está “castigando”? Porque, a pesar de que son los fabricantes e importadores de los soportes que se utilizan para realizar estas copias o almacenar contenidos protegidos quienes deben asumir ese canon (0’16 € por cada hora de grabación), dicho coste acaba siendo repercutido, obviamente, en el consumidor final.
Además, el señor Director de Relaciones Corporativas de la SGAE se hace la picha un lío con sus propias argumentaciones. De un lado, nos dice que el canon forma parte del salario legítimo de los creadores desde el mismo momento en el que se considera la copia privada no como algo ilegal, pero tampoco como un derecho del consumidor; sino como una limitación del derecho exclusivo que corresponde al autor de la obra. Bien. Pero luego defiende al consumidor, diciendo que el canon lo pagan los fabricantes e importadores... evitando con ello que este sector crezca injustamente a costa de los autores y creadores. Desde luego, no me parece justo que así sea. Pero a ver, siguiendo su razonamiento vemos que lo que no quieren es que los fabricantes de cedés y deuvedés y esas cosas, se lucren a su costa, y que si se lucran es debido a las copias privadas (repito: legales) que lleva a cabo el consumidor, al que no se quiere gravar con el pago del canon, pero que en definitiva es él quien acaba pagándolo. Bueno, antes he dicho que este señor se hace la picha un lío, quizás he sido ingenuo, más bien creo que es un cínico redomado. Si es el consumidor quien hace que empresas como Verbatim o Imation se lucren, y al final es el consumidor quien paga el canon, no me venga usted con que no es su intención frenar la copia privada sino evitar que tales empresas se beneficien de ello. A los autores no les hace ningún daño que otra empresa obtenga beneficios, lo que le hace daño a la industria de la música y del cine es todo el tema de la copia privada, que es lo que se está penalizando, a pesar de tratarse de un acto perfectamente legal. Y lo que realmente se persigue con dicho canon o “remuneración compensatoria por copia privada” es frenar esto, la copia privada.
Luego está el tema de que la SGAE presuponga de modo impepinable que el consumidor final vaya a usar esos soportes de grabación para la copia privada. Si la copia privada fuera un acto ilegal se diría que el canon es contrario al art. 24 de la Constitución Española, ese que habla de la presunción de inocencia. Me explico, aquí se nos está gravando con un canon prejuzgándonos, dando por supuesto que vamos ha vulnerar ese derecho exclusivo del autor para autorizar o no la reproducción de su obra. Esto me recuerda mucho al “precrimen” del relato de Philip K. Dick, ‘Minority Report’. Se te penaliza antes de que cometas el acto “ilegítimo”, y además se hace sin respetar las reglas del juego. Pues si nos quieren dar ejemplo de decencia y de “legitimidad”, si desean que el consumidor actúe correctamente, empiecen por aplicarse el cuento ustedes mismos antes de que sea demasiado tarde, o ya no habrá vuelta atrás.
Lo mejor de todo es que lo llaman “remuneración compensatoria por copia privada”, pero, una vez recaudado ese canon durante un período delimitado, ¿a quién le corresponde qué? ¿cómo calculan las ventajas dejadas de percibir por los autores? ¿qué criterios objetivos utiliza la SGAE para repartir el producto de ese canon? Otro puntazo que se marca la SGAE como sociedad abanderada de la decencia artística e intelectual.
El último episodio lo está protagonizando la futura Ley del Libro, que incorporará el canon por préstamo de pago (0’20 € por préstamo). Resulta chocante que gracias a dicha Ley, los autores de hoy se vayan a beneficiar del canon cobrado por obras que pertenecen al dominio público (autores clásicos como Cervantes o Quevedo). Si algún día soy autor, aunque mis libros no estén en ninguna biblioteca, yo también me quiero lucrar del ingenio de Lope de Vega, por ejemplo. Ahí, ahí... si es que es una detrás de otra. ¡Qué artistas estos chicos de la SGAE! (nunca mejor dicho).

PD: Que quede claro que no pretendo frivolizar con el problema que supone el descenso en la venta de discos, libros, etc. En cuestión de libros no se me puede achacar nada, ya que no he leído un solo libro que no haya sido comprado, prestado o regalado. En cuestión de CD’s, creo que Judas Priest, Queen y Metallica se hicieron ricos gracias a mí. Al cine voy mucho, y Hanami me echa la bronca si me compro más DVD’s (que también tengo unos cuantos). Lo que quiero decir es que, si un grupo me gusta mucho, me compraré su disco original, a pesar de que sé que lo puedo obtener de otra manera más barata, pero ilegítima. Si me gusta una película, iré a verla al cine (salvo que pase como con ‘Inland Empire’ que no la estrenaron en Zaragoza, y si no la editan en DVD, tened bien claro que me la descargaré ilegalmente), etc. Si la SGAE y el Gobierno quieren hacer algo para luchar contra este problema, será mejor que piensen en medidas menos conflictivas y, ya de paso, más eficaces. Yo ya las tengo pensadas, pero... ah! Se siente. Si la SGAE quiere escuchar mis propuestas, que me contraten como asesor jurídico-erótico-festivo.