miércoles, marzo 14, 2007

¡¡QUEREMOS INLAND EMPIRE EN ZARAGOZA, YA!!

Como ya sabréis (y los que no lo sepan, se lo cuento yo ahora), el 23 de febrero se estrenó en España el último film de David Lynch, uno de los directores de cine más importantes de nuestros tiempos. Los simpáticos de los cines Renoir de Zaragoza nos anunciaban su inminente estreno a base de trailers. 'Heraldo de Aragón' dedicó un reportaje de una página entera el mismo día de su estreno europeo. Pero luego ibas a la página de la cartelera, buscabas la película y ¡¡Oh, misterio!! No estaba.

Pregunté en el foro de los cines Renoir audiorama, y enseguida recibí un e-mail de un portavoz de Alta films, diciéndome que han recibido pocas copias y que primero debían dar preferencia a ciudades más rentables. Y, en parte tienen razón, porque aquí, en Zaragoza, somos tan paletos que tenemos el placer de enorgullecernos de tener los únicos Renoir del mundo que proyecta las películas dobladas. ¿Y por qué? pues porque cuando las echaban en V.O.S. la gente no iba al cine, y claro, antes de cerrar unos cines nuevos, probaron a ponerlas dobladas. Y hasta ahora.

Bueno, al grano. 'Inland Empire' lleva ya tres semanas en ciudades como Madrid y Barcelona. Una película polémica o controvertida, que no prometía durar más de 7 días en cartel.

Y os preguntaréis, ¿y este tío por qué tiene tanto interés en ver esa película? Pues en primer lugar, porque me encanta ese director. Y en segundo, porque quiero juzgar por mis propios ojos, no, mejor: sentidos, si la película es una bazofia o una obra de arte. Porque ya se sabe que, con Lynch, no hay término medio.

Os cuelgo tres críticas de la película. La primera es una crítica negativa (aunque curiosamente, al final el crítico no se moja y, por si acaso no ha entendido bien la peli, la califica de "interesante"). Las otras dos críticas son bastante positivas, y me han gustado mucho por la manera en que están escritas.

Lynch y sus delirios de grandeza

Con David Lynch no hay medias tintas: o lo amas o lo odias. Después de ver Inland empire a uno le da más por lo segundo que por lo primero, muy a pesar de que su filmografía esté repleta de títulos geniales y de que el tipo vuelva a dejar patente en este trabajo que posee un estilo personal e inconfundible, o lo que es lo mismo: cine egocéntrico y narcisista, siempre lejano a cualquier pretensión de lógica narrativa y situado en el reino de la libre interpretación.

Sin embargo, para poco servirá Inland empire. No hay nada en ella que Lynch no nos hubiera enseñado ya, aunque aquí todos sus vicios hayan sido elevados a la máxima potencia. Como otras de sus películas (Carretera perdida y Mulholand Drive fundamentalmente), ésta sólo encuentra definición en la tautología o la redundancia semiótica. La cinta vuelve a ser, ya van demasiadas, una experiencia fílmica excesivamente opaca desde el punto de vista argumental que, aun así, en virtud de su atmósfera perturbadora y onírica, a ratos resulta estimulante y estilosa.

Nada nuevo bajo el sol. Se trata de otro intento lynchiano por explorar el subconsciente a través de la violencia, la depravación y la lujuria. Tres constantes en su cine. Para lo cual utiliza los mismos elementos de siempre: alguna neurótica con una crisis de identidad, interiores góticos, cortinas rojas, pechos bien proporcionados, un par de tazas de café y alguna que otra puta con ritmo.

Esos son los ingredientes que se utilizan para dar forma a una primera parte realmente buena, en la que uno siente la necesidad de resbalar en total libertad entre las imágenes, como cómplice obligado de la contradicción interna del autor. Pero de la mitad en adelante, aun existiendo momentos de lucidez, el desorden se convierte en la única secuencia de sentido.

Lejos de responder al particular estilo del cineasta, la última hora y media de película es un ejercicio de abstracción integral que acaba desmotivando al espectador, ahogado en un océano de incoherencias e incapaz de sacar la cabeza del agua a lo largo de toda la travesía. Motivo éste por el cual, la distorsión constante de sonido e imagen -que ponen el punto de mira en lo estroboscópico- produce una sobresaturación absoluta y con ello dejan de funcionar los mejores trucos de los que el viejo maestro suele echar mano para hipnotizar al espectador: primerísimos primeros planos, cámara al hombro, ralentizaciones constantes y una banda sonora envolvente.

Este trabajo es la constatación de que no se le puede dejar una cámara digital -grabar resulta bastante más económico que rodar- a un esquizofrénico paranoide como Lynch. Con un guión de aficionado –se rumorea que ni siquiera lo llegó a escribir- y una última parte esperpéntica y excesivamente tramposa el director americano ha puesto en entredicho su carrera. Inland empire no es más que un resultón ejercicio de posproducción, un documental inane, un videocilp mal vendido, un trailer que dura casi tres horas...

Valoración: interesante.
http://www.elconfidencial.com/gente/indice.asp?id=4123


El último genio vivo (Carta desde la tumba)

Lynch, no te mueras nunca. Cuando tú te vayas, no quedará nadie.
Sus cortos en digital me habían parecido indudablemente flojos. El trailer me echó para atrás, con esas imágenes feas, descuidadas. Las críticas eran casi unánimemente negativas, incluidas las de sus seguidores. Todo parecía indicar el declive de un cineasta que había hecho, en la era moderna, varias obras maestras. Me esperaba ver el “Topaz” particular de David Lynch, su caída manierista, al sentarme en la butaca.

Tres horas más tarde, salí del cine con lágrimas en los ojos, incrédulo ante lo que acababa de ver. En una era de mediocridad generalizada, de películas basura, de globos inflados por la crítica y genios de todo a cien, de decepción tras decepción y que pase la siguiente, voy y me encuentro, en cine de estreno, con esto. Una obra monumental, profunda y sentida, en la que el autor se deja el alma y el corazón. Que traspasa la barrera de producto elaborado para adquirir la forma de un trozo de alma, de exorcismo personal llevado al límite, sin miedo a arrugarse el traje. Entiende el camino del largometraje no como un avance lineal, sino en profundidad. Si la película dura tres horas, significa que debe tener esa dimensión, en el sentido más amplio del término, y no solamente esa duración. ¿Os acordáis del Detalle, esa cosa en vías de extinción? ¿Os acordáis de él, de Velázquez, de Bach, de Frank Lloyd Wright, de Vértigo, de Twin Peaks? ¿De cómo la Obra Maestra se construía ladrillo a ladrillo, del baile de relaciones, preciso, enigmático, entre el conjunto y el detalle, su elevación paulatina, la magia escondida bajo la alfombra? Debéis acordaros. Debéis recordar los tiempos en que el espectador MIRABA y era activo, cuando éste iba a por la obra y no al revés. Cuando inquiría curioso, estudiaba la esquina, se empapaba de Emoción. Pura. Y dura. No es un experimento, es el fin del camino. Las pruebas quedaron atrás y desembocaron en este mar. ¿Puedes ver el baile de formas, la asociación de imágenes, el diálogo preciso, nítido, con la música? ¿Puedes ver su magia pura, su capacidad conmovedora infinita? Nadie sabe hoy parar el tempo. Hacer que el tiempo se detenga, flotante, y prolongar esa mueca de idiota, esa mirada escrutadora a la pantalla, durante minutos. La película no dura ni tres horas ni tres días, la película NO dura. ¿Se me entiende? Lynch oyó mis gritos y mató al guión. Muerte al guión, descanso eterno para el argumento. El guión es una herramienta más, un elemento de rodaje más, papel mojado encima de una mesa. Lo saben los Lumière, lo saben los primigenios y lo sabe el cine, de definición: Imágenes y Música. Seis años después, algo volvió a suceder en una sala oscura. Que esto no acabe, por Hitch. Que esto no se apague nunca.

Tomine
Valoración: Excelente

El universo más absurdo de Lynch.

David Lynch ha marcado un antes y un después en la historia del cine. Con “Inland Empire”, ha concebido lo que muchos directores de cine hubieran deseado crear o incluso idear. Quizás, sólo Lynch hubiera sido capaz de imaginar tal propósito. El controvertido y onírico realizador ha estado divulgando el estreno de “Inland Empire” desde aquella críptica “Cabeza Borradora” que se estrenó en 1976. Treinta años después, sus mejores tics y dotes de cineasta pueden verse en su último largometraje.
“Inland Empire” cuenta la historia de una mujer (Laura Dern) que recibe el privilegio o la desdicha de trabajar en una película aparentemente maldita. Digo aparentemente, pues todo lo que aparece en la película es ilusorio, figurado, e imaginario. Laura Dern irrumpe se forma obsesiva en diferentes mundos fantásticos e imaginarios (cada uno de ellos insociable e incomunicado mediante una puerta), que dan pie a una película brutalmente inextricable y enredada.
Por otro lado, es primordial recalcar el paso que ha dado Lynch en la historia del cine. Su película será recordada con abucheos o admiración, pero lo que es irrefutable es que Lynch ha cimentado un nuevo género en el cine. David Lynch ha concebido el cine surrealista en todos los sentidos. Por fin ha logrado llevar a cabo el proyecto que siempre ha deseado filmar. Ha filmado con una cámara digital que intensifica las enigmáticas escenas, sus más oscuros e impenetrables sueños. O lo tomas o lo dejas.
Es probable que “Inland Empire” no tenga ningún sentido. Aunque eso no importa. Eso no debería inquietarle a un público que lo único que ha de hacer es aguzar los sentidos y contemplar uno de los mejores trabajos jamás filmados. El universo fantástico, el cine nebuloso, los misterios de la vida y lo más inconcebible está vigente en esta película.
Por otro lado, no se puede ignorar la extraordinaria y portentosa labor interpretativa que realiza Laura Dern. David Lynch le ha concedido el papel de su vida. Dern juega con armonía y musicalidad todas las notas interpretativas posibles, y lo que es más loable: sin desafinar una sola.
Hoy, día 23 de Febrero, se ha estrenado en España la película de David Lynch más sugerente, provocativa y alucinante. La polémica está servida. Obra maestra absoluta.

Carlitos
Valoración: Excelente

http://www.filmaffinity.com/

Nota: Aunque de estas críticas podemos deducir que la película ofrece una manera distinta de entender el cine y que, además, parece prescindir del argumento; Lynch ha asegurado en más de una ocasión que 'Inland Empire', como todas sus películas, tiene su sentido. Otra cosa es que sea más complicado que nunca entenderlo.
Actualización: Por fin la FIlmoteca de Zaragoza a tenido a bien en estrenar el último film de David Lynch. A continuación os pongo un enlace con mis primeras impresiones sobre Inland Empire, una vez vista la película y tras haber reflexionado "levemente":

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo la que quise ver en Zaragoza fue "La Silla de Fernando": un documental sobre Fernando Fernán-Gómez mirando a cámara y charrando todo el rato, dirigido por el omnipresente Luis Alegre (aragonés y residente en Zaragoza, aunque tampoco para los de los Renoir) y David Trueba. Ni siquiera me han asegurado en FNAC que la vayan a sacar en deuvedé. Iba a verla en Madrid porque tenía que ir para otras cosas y en cuatro días se la habían cepillado también de los cines. He visto algunos extractos y parece bastante buena: el gran Fernán-Gómez con su visión (otra) de las cosas. Ahora, eso sí: abstenerse los que no quieren ver a este gran personaje (actor, escritos, académico de varias cosas, sabio, "bon vivant", etc.) como algo más que autor del célebre "¡Váyase a la mierda!".

Shinnee dijo...

Joe, pues para acabar diciendo "interesante" la pone a caer de un burro jejeje.

Aquí hay muchas que no llegan... como somos una cutre capital de provincia castellana, pues ala.

Lord Derfel Cadarn dijo...

Por cierto, es un misterio tu vecindad civil. Pero ya nos has dado una pista con eso de "cutre capital de provincia castellana".

Fijo que eres de una de éstas: Ciudad Real, Guadalajara, Cuenca, Toledo, Albacete, Soria, Burgos, Palencia, Segovia, Valladolid, Ávila, Salamanca , Zamora, León.

Aunque por el calificativo de cutre, me decanto más por Albacete, Soria o Ciudad Real...

Anónimo dijo...

Estoy harto d q Lynch sea el chivo expiratorio de todo crítico mediocre q anda dando vueltas por el mundo.
Estoy cansado de tener q leer "no se entiende" en cada critica q se hace a alguna de sus películas.
Estoy podrido de que el arte muera en manos de la envidia y la mentalidad cuadrada de los críticos.
Me rompe soberanamente las pelotas que se glorifique a cineastas de la talla de Spielberg, Lucas, etc, etc. Y q traten de desmistificar a semejante dios y mito ,como lo es Lynch.
Si fuera cierto q David rodara peliculas sin sentido y se riera de todos nosotros, seria mucho mas dios d lo q lo es ahora para mi.
Cada critica negativa q leo acerca d Lynch, me llena mas de orgullo, y saben por que!?
Porque eso demuestra q los q somos fanaticos de su cine, no nos equivocamos, y buscamos algo mas alla de los finales pensados, esperados y "con sentido" q toda la otra legion de boludos ama.
No quiero vivir mi vida, sabiendo q voy a ser feliz, y q mi final es igual al d todo el resto (Hollywood), quiero vivir sabiendo q existen cosas q jamas voy a poder explicar, cosas q me mantienen vivo, mas alla d todo valor impuesto, y de todo deseo de intentar ser feliz... (David Lynch)