domingo, febrero 25, 2007

Joaquín Carbonell

No se preocupen, no voy a hacer una reseña biográfica de la vida y obra de este cantautor. Simplemente les contaré cómo conocí sus letras y su música. Fue un viernes, hará unos cuatro años, y mi amigo Enrique me propuso ir a la Campana de los Perdidos (escondite mágico de la noche maña), donde actuaba Joaquín Carbonell, “un cantautor aragonés”, me dijo, “me suena; vamos pues”. Y allí nos plantamos los dos, casi fuimos los primeros en llegar. Al cabo de un rato el local se fue llenando hasta los topes, y Carbonell y los suyos comenzaron a tocar. Eran canciones que probablemente no había escuchado nunca, pero que me entraron desde el primer momento: ‘Un tipo así’; ‘Me gustaría darte el mar’; ‘¿Te crees viejo ahora?’; ‘La calle para correr’; ‘La canción del gorila’… Canciones que tan sólo unos meses después se convertirían para mí en unos clásicos. Mientras ellos tocaban, mi amigo y yo íbamos y volvíamos de la barra. La música y los gintonics (o quizás fueran wishkys, no recuerdo ese detalle) nos embriagaron como nunca. Entiéndanme, no íbamos “doblaos”; si no simplemente embriagados por aquel ambiente. Cuando acabó el concierto, buscamos el valor suficiente y el momento oportuno para acercarnos al cantautor y conversar con él. Le confesé que estudiaba en la Universidad y que, para colmo, había nacido en 1980; que sabía quiénes eran Pelé, Maradona, Franco, Lennon; que también recordaba la caída del muro de Berlín y los atlas con la URSS en su índice; que en ocasiones me sentía “viejo”; pero que aun así su canción (‘¿Te crees viejo ahora?’) me había fascinado como las demás.
Entró una china con sus rosas secas y plastificadas, sus sables láser y sus coronas luminosas (de esas que llevan lucecitas de colores). Compramos una de éstas y se la regalamos a Joaquín (desde ahora ya no más Carbonell, Joaquín, cercano y modesto). Le costó aceptar tan generoso obsequio, pero al final se lo quedó. Algo más hablamos con él, pero unas amigas nos reclamaban fuera.
Después de pasar por ‘La Cucaracha’ y consumir una especie de bebida ponzoñosa, no pudimos resistir la tentación de regresar a ‘la Campana’: y ahí estaban sus músicos improvisando algunos temas de jazz. Aquello no parecía real, sino una película del Hollywood de la Bacall y el Bogart.
Desde aquella noche seguimos su trayectoria: las presentaciones de sus discos en Fnac, el corte inglés, el Prior; sus conciertos en la Plaza del Pilar, Pza. España, Casetas (ese de la Mandrágora fue posiblemente el mejor). De hecho, nos comportamos como unas fans un tanto pedorras. Últimamente hemos perdido un poco el contacto con él, en mi caso probablemente se deba a mi vida de opositor…

En fin, no puedo dejar de recomendaros su música, en especial sus últimos discos: ‘Sin móvil ni coartada’ y ‘La tos del trompetista’. Y también el homenaje a Brassens, grabado en el Centro Cívico Delicias (‘Homenage à trois’). También pude leer su libro ‘Las estrellas no beben agua del grifo’, ameno y divertido, destinado a un público juvenil, y del que acaba de publicarse su continuación: ‘Hola, soy Ángela y tengo un problema’ que se presenta este martes día 27 de febrero en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés (Zaragoza), a las 19:30 (¿Acudirá a la presentación la chica que aparece en la portada?).

PD: Joaquín, si algún día lees esto, que sepas que me firmaste una dedicatoria en mi ejemplar de ‘Sin móvil ni coartada’: Para Javi, muchos abrazos… “nosequé”. Nunca nadie ha logrado descifrar lo que escribiste ahí, y de hecho no quiero que me lo desencripten, creo que es mejor que continúe siendo un misterio

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Jeje, muy buen post, Javi. Efectivamente, nuestro descubrimiento de Tolito fue tardío, pero luego nos hemos desquitado bien. Nos hemos empapado bien de la vida y la obra de este juglar cachondo. Joaquín Carbonell es una referencia indiscutible en esta tierra. Con otros (fundamentalmente José Antonio Labordeta, La Bullonera o Cesáreo Hernández) parió en los setenta lo que se llamó la "canción aragonesa". Eran jornadas épicas cuando Teruel existía en el Colegio Menor San Pablo. De la época primera hay himnos bellísimos como "Me gustaría darte el mar". Su pluma y su voz chocaba entonces contra los muros últimos de pueblos perdidos cantando a un Aragón consciente y en libertad. Su pluma y su voz son hoy ejemplo de lo mejor que existe en España en la línea de los cantautores: ha sabido variar lo necesario con el tiempo, conservar lo imprescindible, componer unos buenos ritmos y, sobre todo, crecer cada día como poeta y escritor de canciones irónicas, dulces y bellísimas. ¡Toma peloteo, Carbonell!

Anónimo dijo...

Por cierto, lo que bebimos aquella noche en La Campana (http://www.campanadelosperdidos.com) fue whisky.

Anónimo dijo...

"No estoy habituado a estas muestras gratuitas de halago. Mis fans (ocho o diez) son nteligentes pero tímidos. Por eso me sorprende que abandonen el anonimato. Gracias. Me produce pudor escucharme esas cosas. Para esa docena de sensibles oyentes escribo canciones. Ah, a veces yo tampoco soy capaz de descifrar lo que escribo, no os preocupeis. Seguro que era algo bonito. Imagina lo que quieras y es mejor. A partir de hoy seguiré tu blog.
¡Viva la resistencia!
carbo