miércoles, abril 23, 2008

El 23 de abril

De donde yo vengo, al 23 de abril lo llamamos día de Aragón. Día de San Jorge, también, que coincide con el día del libro. Las librerías salen a la calle y venden sus libros haciendo un 10% de descuento en todas las ventas. Los amantes de la literatura, se supone, salimos como animales hambrientos en busca de las últimas novedades. Aprovechamos que suele hacer buen tiempo, no hay que ir al curre y si tienes suerte (mucha suerte) te encuentras en alguna caseta con tu autor más admirado que te firma amablemente una espontánea dedicatoria.

Ya he declarado en alguna ocasión que soy un comprador compulsivo de libros. Supongo que esto me viene porque también soy un lector compulsivo (de libros… o lo que surja); pero confieso que mi patología de comprar libros supera a la de leerlos o, mejor dicho, que compro a ritmo más veloz del que puedo leer. Teniendo en cuenta que el año pasado me leí, si la memoria no me falla (y va a ser que no me falla) 23 novelas y 3 ensayos; echen cuentas si quieren tener una ligera idea de la cantidad de libros que entran por mi casa cada año. Algunos libros permanecen indefinidamente olvidados en mis estanterías, acumulando capas de polvo mientras esperan una oportunidad para ser leídos; aunque sólo unos pocos encuentran su momento (mira qué bonito me ha quedado).

Por eso, hace bastante tiempo que me abstengo de pasarme por el Paseo de la Independencia el 23 de abril, para no hinchar innecesariamente mi “colección”. Lo único que me podría tentar para acudir sería el hecho de conseguir una dedicatoria de alguna da las joyas de nuestra literatura que pululan por las casetas. Aunque de eso también me abstengo, no vaya a suceder que junto a la caseta de mi autor preferido me encuentre de bruces con el enchufado de turno que publica hojas encuadernadas con letras impresas porque su padre, su abuelo, su amante, un lobby exclusivo o un golpe de suerte le puso ahí.


Y -como en Cataluña- con el libro regalamos una rosa. Algunos prefieren ser originales (o porque les sale más barato) y regalan un clavel. Otros se pasan de originales y regalan borraja (muy rica y sabrosa, con Omega-6 y Vitamina E); aun a sabiendas de que más de una mata acabará en la papelera. -¿Un libro, una rosa? -No, señora: Una borraja, un libro.

Pero aquí hay más cosas el 23 de abril. Lo de menos siempre han sido los actos institucionales en los que políticos, autoridades (y algún que otro gorrón que se cuela) papean gratis. Porque yo desde pequeño siempre he vivido la historia de San Jorge con especial entusiasmo. Nunca he entendido muy bien de qué iba la historia, mito o leyenda; pero ahí está: que me fascinaba ver a gentes raras disfrazadas de caballeros con espadas de atrezzo persiguiendo dragones de cartón piedra. ¡¡Que le den por culo al Beowulf ese!! Aquí tenemos a nuestro héroe particular sin salir de nuestra Comunidad.

No sé, tal vez me anime más tarde a contemplar los pasacalles, a ver si por un casual el dragón se merienda a la princesa y se va con San Jorge al parque Torre Ramona a celebrar la cincomarzada. Sí, porque en Aragón somos así, ¿algún problema?

4 comentarios:

Charles X dijo...

Me encanta y detesto a la vez la feria del libro. Como usted, me dedicaba a la compra de todo aquello que se me pasaba por delante y me llamaba la atencion, ocupando un sitio mas o menos honorifico en mi estanteria (algun dia hare una foto para que vea como esta la cosa de copada).
Ahora que por fin encontre curro de nuevo, espero poder permitirme el lujo de comprarme algo,aunque tampoco es que ande muy sobrado.

COmpre,el tipo impulsivo que llevamos dentro lo pide!!!

Por cierto, ya me enterare de bien de lo de san Jorge, que solo se lo de que le pego una paliza al dragon para llevarse a la tiparraca xd

Un saludo

Anónimo dijo...

Bonito post, literario, de un aragonesismo no cateto y con alguna puyita. Es bonito celebrar el 5 de marzo el 23 de abril: my zaragocí. Enrique.

Anónimo dijo...

Muy zaragocí, quería decir. E.

Lord Derfel Cadarn dijo...

Buscando en google verás webs en las que dicen algo de San Jorge; pero algún escritor debería echarle valor e intentar hacer malabarismos con nuestras leyendas populares, que dan tanto juego como cualquier leyenda vikinga, pagana o de donde sea...