Nuestra amiga la cerveza

Quienes me conocen saben que soy un "amante" de la buena cerveza, y cada 3x4 me ven con una caña/jarra/pinta en la mano, de modo que voy a explicarles algunos de los motivos por los que consumo esta preciosa bebida (aparte de por lo rica que está, claro). La cerveza posee un alto contenido en vitaminas, sales minerales, proteínas, fibras, micronutríentes y carbohidratos. Según un estudio realizado en la Universidad de Cardiff (Reino Unido), la cerveza incrementa el colesterol "bueno", mejora la coagulación de la sangre, tiene un alto valor nutricional y favorece la digestión. Sus autores aconsejan el consumo diario de cerveza incluso a las mujeres en periodo de lactancia, dado que sus proteínas estimulan el flujo de la leche materna. Su consumo moderado provoca una disminución de la retención de líquidos y actúa como diurético. Por otro lado, la cerveza disminuye el LDL en sujetos con riesgo cardiovascular, previene la anemia, retrasa la menopausia y contiene antioxidantes naturales que frenan el envejecimiento.

La cerveza no sólo es una bebida natural y con bajo contenido en calorías (aprox. 42 Kcal./100ml), además, no contiene grasas, pero sí una cantidad importante de hidratos de carbono, vitaminas y proteínas cuyo consumo responsable es beneficioso para la salud humana. La cerveza 'estándar' contiene de 4 a 5 grados de alcohol. Una caña, por ejemplo, tiene menos calorías que un refresco, un vaso de vino o un zumo de piña.

En España existe una "sofisticada" cultura del vino, pero un nulo interés hacia la cerveza. En los mejores restaurantes de Bélgica y Alemania, además de la correspondiente carta de vinos (como en los restaurantes de nuestro país), disponen de una amplia carta de cervezas. De hecho, la cerveza es una bebida mucho más apropiada que el vino para acompañar determinadas comidas: así, el intenso sabor de los vinos a menudo se apodera del sabor del alimento en cuestión, cosa que no sucede si sustituimos el vino por la cerveza. Además, ésta se sirve fría y resulta más refrescante. Pero aun hay más: la cerveza promueve la secreción de jugos gástricos, facilita la digestión y estimula el apetito. De modo que los responsables de los restaurantes españoles son bastante cortos de mente, puesto que si en vez de empeñarse en meternos una botella de vino como mínimo en cada banquete promocionasen más el consumo de cerveza... tal vez comeríamos más cantidad y más agusto (y todos saldríamos beneficiados). Entonces, que me explique un gourmet o un maitre o quien sea por qué narices somos tan fisnos y guays en España que si bebes vino molas mazo y eres elegante que te cagas, pero si te pides una cerveza te miran como si fueras un pobre borracho (por cierto, el vino tiene el doble de alcohol que la cerveza).

Por cierto, que no hay ningún estudio que pueda demostrar que el consumo de cerveza esté estrechamente relacionado con la obesidad. Son los otros hábitos de alimentación y de forma de vida, que frecuentemente acompañan a un alto consumo de cerveza, los que han hecho pensar a través de los años que la corpulencia es atribuible a la cerveza. Lo que actualmente denominamos como `barriga o tripa cervecera', no existe, sino que es el alto consumo calórico de alimentos ricos en grasas la verdadera causa de esa corpulencia. El consumo moderado de cerveza no afecta al peso de una persona (que me lodigan a mí), ya que un litro de cerveza equivale a entre 400 y 500 Kcal. (aproximadamente las mismas calorías que contiene, en las mismas cantidades, un zumo de naranja). La gente que desee adelgazar y mantener al mismo tiempo un consumo moderado de alcohol, deberá reducir las calorías en las comidas, sin que sea absolutamente necesario convertirse en abstemio. De hecho, los abstemios absolutos tienen un índice de mortalidad por enfermedades cardiovasculares más alto que las personas que beben moderadamente.

Así pues, como fiel consumidor de cerveza, no me ha sorprendido nada comprobar que mi médico me dijera que estoy muy sano al echar un vistazo a mi último análisis de sangre (realizado hace dos semanas, en plenas Navidades). Ni anemia, ni colesterol, ni triglicéridos ni ostias.

Así que, nada de mariconadas del estilo -"Ponme una caña con limón"-, y se acabó eso de quedar a tomar café (¡Make coffee, Not War!) y que le peña se pida sus coca-colas, zarzaparrillas, cafés... y cuando llega el que se pide la cañita le miréis como si fuera un alcóholico insano.

Si tenéis anemia os recomiendo la cerveza Guinness o la Rochefort (aunque esta última es muy 'heavy'), y si queréis probar cervezas ricas ricas y con fundamento, ahí va mi lista:

Suaves: Hoegaarden, Paulaner, Franziskaner, Pilsner Urquell, Löwembräu, Leffe blonde...

Menos suaves o fuertes: Judas, Leffe Radieuse, Delirium Tremens, Fruta Prohibida, Pauwel Kwak, Chimay y un larguísimo etc.

Más información:

http://www.geocities.com/jvilaper/cerveza.html